viernes, 8 de mayo de 2020

75 ANIVERSARIO DEL FINAL DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

Lo que no acabó el 8 de mayo de 1945

La capitulación de Alemania, hace ahora 75 años, no significó el final del sufrimiento de los civiles en Europa, ni del conflicto.

Residentes berlineses pasean entre las ruinas de la ciudad alemana, tras ser tomada por el Ejército Rojo, en mayo de 1945.


El 8 de mayo de 1945, hace ahora 75 años, terminó la Segunda Guerra Mundial en Europa con la entrada en vigor de la rendición incondicional de Alemania. Sin embargo, esto no significó el final del sufrimiento en el continente para millones de civiles, ni siquiera el final de la guerra, que continuó en Asia hasta agosto y en varios países europeos, donde se combatió hasta casi los años cincuenta. El Día de la Victoria empezó la reconstrucción de un continente devastado por el mayor conflicto de su historia, pero la paz todavía era un objetivo lejano. “Europa entera vivió durante décadas bajo la alargada sombra de los dictadores y las guerras de su pasado inmediato”, escribió el historiador británico Tony Judt en su clásico Postguerra (Taurus).

El Viejo Continente se convirtió en el escenario de un nuevo tipo de conflicto, la Guerra Fría, que se saldaría con la condena a vivir en dictaduras del socialismo real para millones de ciudadanos de Europa del Este y con guerras civiles en Grecia o Yugoslavia. La inmensa mayoría de los europeos vivían en la pobreza extrema, entre las ruinas y el hambre constante, mientras se producían oleadas de refugiados. “Todos y todo, con la notable excepción de las bien alimentadas fuerzas de ocupación aliadas, parecían acabados, sin recursos, exhaustos”, explica Judt. Los antiguos nazis trataban de escabullirse, mientras los supervivientes del Holocausto encontraban muy pocos lugares seguros en los que refugiarse. En gran parte del continente se produjeron episodios de violencia aunque la mayoría de los combates habían finalizado. Algo que no ocurrió en Asia, el otro gran frente de la Segunda Guerra Mundial.

Los combates en el Pacífico

Ni la destrucción de Alemania, ni el suicidio de Hitler, ni el derrumbe del Tercer Reich, ni el sufrimiento atroz para millones de personas, llevaron al Japón imperial a rendirse. “Al día siguiente de la rendición incondicional de Alemania, Japón anunció desafiante al mundo su voluntad de seguir luchando”, escribe Max Hastings en Némesis (Crítica), el ensayo en el que este gran historiador de la Segunda Guerra Mundial analiza la derrota de Japón en 1945. Los B-29 estadounidenses llevaban meses portando muerte y destrucción al corazón de Japón en forma de bombardeos masivos –una cuarta parte de Tokio fue destruida en la noche del 9 al 10 de marzo con bombas incendiarias–, pero la derrota parecía lejana. Una invasión terrestre del archipiélago era demasiado costosa y existía el peligro de que Rusia se adelantase, por lo que Estados Unidos ya había tomado la decisión de utilizar la bomba atómica, primero contra Hiroshima (6 de agosto) y luego contra Nagasaki (9 de agosto). Para muchos historiadores, aquellas nuevas armas no significaron solo el final de la Segunda Guerra Mundial, sino el principio de la Guerra Fría, que ya había empezado en Europa incluso antes de la rendición de Alemania.

La Guerra Fría

Los Aliados se dividieron Europa en cuatro conferencias: Teherán, Yalta, Potsdam y la menos conocida de Moscú, en la que, sin la presencia del presidente estadounidense Franklin Delano Roosevelt, Josif Stalin y Winston Churchill decidieron el destino de los Balcanes en un trozo de papel garabateado. La desconfianza había marcado toda la fase final del conflicto y cada vez estaba más claro que una parte del continente iba a quedar sometida a la URSS en lo que el historiador Keith Lowe llama “la subyugación del este de Europa” en Continente salvaje (Galaxia Gutenberg). “La toma del este de Europa por el comunismo no fue un proceso pacífico”, explica Lowe, quien señala que los combates continuaron en Ucrania, Bielorrusia, Lituania, Letonia, Estonia y Polonia, esta vez contra los partisanos. “Los partidos comunistas adoptaron una estrategia de presión encubierta, seguida de otra de terror y represión”, escribe Tony Judt. Incluso países como Checoslovaquia, donde el Partido Comunista apenas había logrado un 10% de los votos antes de la guerra, estaban sentenciados. Alemania quedó rápidamente rota. Solo con la caída del Muro de Berlín, en 1989, aquellos millones de europeos del Este recuperarían la libertad.

La expulsión de los alemanes

Desde el final de la Primera Guerra Mundial, los países de Europa del Este habían sido una mezcla de culturas, lenguas y pueblos. En 1945, ese crisol se terminó de manera brutal en la mayoría de aquellos Estados, sobre todo con la expulsión masiva de los alemanes étnicos, uno de los grandes dramas del conflicto y, a la vez, el menos conocido. Los alemanes pasaron de ser los verdugos, porque su apoyo masivo al nazismo fue indiscutible hasta el final, a ser las víctimas, sobre todo las mujeres que padecieron las violaciones masivas de los soldados soviéticos.

La firma de la rendición alemana, en Berlín, el 8 de mayo de 1945.

El éxodo de los alemanes étnicos representó la mayor oleada de refugiados de la guerra. “Las estadísticas relacionadas con la expulsión de los alemanes entre 1945 y 1949 superan la imaginación”, escribe Keith Lowe. “La mayor cantidad de ellos proceden de las tierras que se incorporaron a la nueva Polonia: casi siete millones. Otros tres millones fueron expulsados de Checoslovaquia y más de 1,8 millones de otras tierras”. Llegaban a un país en el que no habían estado nunca, arrasado no solo física sino también moralmente (solo en Berlín, el 75% de los edificios había sufrido daños). Cientos de miles murieron por el camino.

Un continente de refugiados

Mientras llegaban oleadas y oleadas de alemanes, a su vez millones de personas trataban de regresar a sus países desde las ruinas del Tercer Reich. Solo en Alemania estaban varados ocho millones de trabajadores esclavos de toda Europa, que querían volver sin recursos en medio del caos. Uno de ellos era el padre del escritor holandés Ian Buruma, que cuenta su retorno en Año cero. Historia de 1945 (Pasado&Presente). Llegó tan hambriento y deteriorado a Holanda, explica Buruma, “que seis meses después, aún era visible en él la hinchazón de la hidropesía causada por la falta de alimentos”. Sin embargo, muchos otros refugiados no tenían un lugar al que volver, sobre todo los judíos, las principales víctimas del horror nazi.

“Los judíos de todas las nacionalidades descubrirían que el fin del dominio alemán no significaba el fin de la persecución. Ni mucho menos. Pese a todo lo que habían sufrido los judíos, el antisemitismo aumentaría al final de la guerra”, argumenta Lowe. Polonia era un lugar especialmente peligroso, donde los pogromos fueron frecuentes, el peor de ellos en Kielce, el 4 de julio de 1946. “El regreso de los judíos al este nunca se consideró siquiera, ya que nadie en la URSS, Polonia ni ningún otro lugar mostraba el más mínimo interés en su regreso. Tampoco los judíos fueron especialmente bienvenidos en el oeste”, explica por su parte Tony Judt.

El final de la Segunda Guerra Mundial también representó el principio de la construcción europea. Los países vencedores habían aprendido del error del Tratado de Versalles y comprendieron que solo una Europa unida, que incluyese a Alemania, podría evitar un tercer conflicto mundial. Sobre las ruinas de Europa, en aquel desolador y a la vez esperanzador año 1945, se empezó a construir el futuro.

Este artículo lo ha escrito el periodista Guillermo Altares en el diario El País en su sección de cultura/historia el 08/05/2020 .
Autoría foto 1: SOVFOTO / UNIVERSAL IMAGES GROUP VIA GETTY.
Autoría foto 2HERITAGE IMAGES / GETTY IMAGES.

domingo, 3 de mayo de 2020

LIBROS DE LECTURA Y REFLEXIÓN

LA PESTE DE ALBERT CAMUS Y LA SITUACIÓN VÍRICA ACTUAL

Jean-Marc Barr y William Hurt en la adaptación al cine de ‘La peste’ por Luis Puenzo.
Ana Pérez
Leer La peste de Camus es como adentrarnos de lleno en la situación vírica actual del Coronavirus, pero con setenta y tres años de adelanto, ya que esta obra cumbre de la literatura se publicó en 1947.

Impacta mucho leer que las medidas de distanciamiento social, confinamiento, profilaxis e incluso de “desescalada” son prácticamente idénticas. Eso no deja al ser humano en un buen lugar, quiere decir que no aprendemos del pasado y volvemos a cometer los mismos errores. La historia se repite.

Portada de la publicación

El libro comienza describiendo la ciudad argelina de Orán, con sus sucias calles, sus enormes ratas y el hedonismo de su población -digamos que lo banal de la existencia, como la que vivíamos nosotros antes del Coronavirus, es decir, la superficialidad de lo importante-. A continuación,  nos narra cómo aparecen,  de manera paulatina pero cada vez con más frecuencia, ratas muertas en las calles cuya extraña enfermedad contagia a los seres humanos causándoles también la muerte (se cree que el covid-19 saltó de un animal -apuntan que podría ser un murciélago-, a los seres humanos en un mercado de animales exóticos de la ciudad china de Wuhan).

A medida que avanzamos en la lectura, asistimos a una crónica desgarradora sobre cómo las autoridades políticas, sanitarias, policiales, religiosas, así como la población civil, se enfrentan a la enfermedad.

En la prefectura se crea un mando sanitario (cuyo equivalente serían en nuestro caso las autoridades delegadas del gobierno en España y la comisión de los técnicos),  conformado por miembros que se van contagiando casi todos (como ocurre con los miembros del gobierno y de la comisión técnica de España).

 En La peste de Camus, al igual que ahora, se desconoce un tratamiento que resulte efectivo, existe una falta de material sanitario y sueros. Y se decreta el toque de queda y el cierre de las puertas de la ciudad (cuyo equivalente sería hoy nuestro Estado de Alarma y cierre de fronteras).

También en el libro de Camus resulta complicado hacer un registro de todos los posibles casos, al haber muchos dudosos, se colapsan las estructuras sanitarias. Y no les queda más remedio que reconvertir la mayor parte de las casas en hospitales improvisados (hospitales de campaña, polideportivos reconvertidos en hospitales, hoteles medicalizados, etc.). Existen, asimismo, lugares específicos para que los parientes cercanos de los infectados pasen la cuarentena, como por ejemplo en un  campo de fútbol (véase las arcas de Noé Chinas, o la isla de Nueva Zelanda exclusivamente dedicada a pasar la cuarentena de los infectados).

En España habría que buscar establecimientos públicos y privados en los cuales poder aislar a quienes presenten síntomas leves.

En La peste, el incremento del número de muertos provocó que se habilitaran hornos crematorios, fosas comunes, entierros sin velatorio, porque los sepultureros no daban abasto (lo mismo sucede ahora con las morgues del Palacio de Hielo y la Ciudad de la Justicia en Madrid, o bien la Isla de Heart en Nueva York, entre otros lugares).

La peste también afectaba a toda la población, ya fueran aristócratas, mendigos, jóvenes o mayores (como sucede ahora) causando un gran estrago psicológico en sus habitantes (algo que ya están padeciendo en Wuhan). Por su parte, las medidas de profilaxis y de distanciamiento social acentuaban la soledad de la población, sobre todo, de las personas mayores y con enfermedades previas (¿os suena?).

En La peste, las medidas de confinamiento y restricciones fueron acompañadas de sanciones económicas a quienes no las cumplieran, además de represión policial, entre otras medidas (¿os suena?).

También en la ciudad de Orán, que describe Camus, hubo fuertes consecuencias económicas con las pérdidas de empleos, cierre de negocios, saqueos, etc., en definitiva, la ruina y la pérdida del poder adquisitivo de la población (¿os suena?).

Asimismo, la gente se asomaba a las terrazas para respirar el aire puro, y de paso poder hablar con los vecinos, aparte de cantar, bailar (la España de los balcones, etc.).

La salida del confinamiento se hizo de forma gradual en el plazo de un mes (aún no hemos llegado a esa etapa, pero albergo la esperanza de que cuando lleguemos al final de nuestro confinamiento, ocurrirá algo similar, sólo tenemos que echar un vistazo a China para comprobarlo).

“Algo que se aprende en medio de las plagas es que hay en los hombres más cosas dignas de admiración que de desprecio”, nos cuenta su autor en La Peste, lo que nos alienta y nos da esperanza. Tanto es así que la solidaridad se apropió de la población, presentándose voluntarios para las brigadas sanitarias que cuidaban de los enfermos. Y toda la población arrimaba el hombro para intentar paliar la epidemia y poder salir de ella (mascarillas caseras, gorros, viseras protectoras, recaudación de fondos, etc.), en definitiva, salió a relucir la humanidad.

El escritor franco-argelino Albert Camus

En la obra de Camus tampoco se supo con certeza ni el origen ni cuánto duraría ni cómo pudo erradicarse (como acontece ahora). Así nos lo cuenta su autor: “el bacilo de la peste no muere ni desaparece jamás, que puede permanecer durante decenios dormido en los muebles, en la ropa, que espera pacientemente en las alcobas, en las bodegas, en las maletas, los pañuelos y los papeles, y que puede llegar un día en que la peste, para desgracia y enseñanza de los hombres, despierte a sus ratas y las mande a morir en una ciudad dichosa”.

El Coronavirus tampoco se irá, pero sabremos combatirlo, confiemos en la ciencia y en una futura vacuna, que ojalá llegue pronto. No obstante, deberemos ser precavidos en todo momento. Y alertar a la población del riesgo en un futuro de otras posibles epidemias y pandemias.

“Pero sabía que, sin embargo, esta crónica no puede ser el relato de la victoria definitiva. No puede ser más que el testimonio de lo que fue necesario hacer y que sin duda deberían seguir haciendo contra el terror y su arma infatigable, a pesar de sus desgarramientos personales, todos los hombres que, no pudiendo ser santos, se niegan a admitir las plagas y se esfuerzan, no obstante, en ser médicos”, añade Camus en su libro, cuya crónica de la Peste corresponde al médico Bernard Rieux, el cual pone de relieve el papel de los sanitarios frente a todas las situaciones médicas y humanas a las que se tienen que enfrentar cada día en plena pandemia.

Muy significativo este hecho así como la merecida reivindicación del imprescindible trabajo que está desempeñando el personal sanitario en esta crisis del COVID-19.

Tanto Rieux como los sanitarios actuales se enfrentaban a la epidemia con lo que tenían, y no con lo que realmente necesitaban. Por desgracia, hay aspectos que siguen sin cambiar.

“Todo lo que el hombre puede ganar al juego de la peste y de la vida es el conocimiento y el recuerdo”.

Este artículo fue publicado el 29/04/2020 en el periódico La Nueva Crónica de León tanto en su edición impresa como en la digital:

Artículo en la edición impresa




viernes, 10 de enero de 2020

RECURSOS DIDÁCTICOS

DEVUÉLVEME LA VOZ

Hace unos días escuchando el documental sonoro sobre “Radio París” del programa de RNE DOCUMENTOS mencionaron un proyecto de investigación muy interesante de la biblioteca universitaria de la Universidad de Alicante titulado DEVUÉLVEME LA VOZ. No lo había oído hasta ese momento y me “picó” la curiosidad. Una vez acabé de escuchar el magnífico documental sobre Radio París, comencé a indagar y documentarme sobre este proyecto tan interesante.


Devuélveme la voz es un proyecto de la Universidad de Alicante para la reconstrucción de nuestra historia por medio de material sonoro principalmente radiofónico, centrado en los años del franquismo y la transición democrática. Básicamente pretende integrar los fondos de emisoras tanto del exterior de España (que generalmente se escuchaban de forma clandestina) como del interior, con toda su riqueza de matices. Estas fuentes sonoras han sido tradicionalmente una fuente marginal de estudio histórico por los problemas que planteaba su consulta.

Se ha creado un archivo sonoro y un portal temático online, con textos explicativos, imágenes, vídeos y documentos que contextualizan los audios con la realidad de su tiempo y de las propias emisoras, accesible desde Internet a cualquier usuario. Es un proyecto multidisciplinar, abierto y flexible, con el único límite de la disponibilidad de las fuentes y posibilidad de añadir grabaciones de testimonios orales. Todo ello utilizando los recursos de la propia Universidad de Alicante, desarrollándose una experiencia y un acervo tecnológico fácilmente aplicable a futuros proyectos de igual o similar naturaleza.


El punto de arranque comenzó con el fondo Ramírez/del Campo de “Radio París”, una importante emisora del exilio, donado a la Universidad de Alicante por dos de sus más célebres locutores y sus herederos y se ha completado con las grabaciones que conservaba el antiguo director de las emisiones en lenguas Ibéricas de la ORTF, André Camp gracias a un acuerdo con la Bibliothèque de Documentation Internationale Contemporaine (Fondo André Camp). Se continuó con las emisiones en diferido de la ORTF (Office de Radiodiffusion-Télévision Française) y el fondo sonoro de Radio Alcoy EAJ-12, gracias a un convenio con Radio Alcoy-Cadena SER, de cuya fonoteca proceden ambas colecciones. Finalmente se ha creado una pequeña sección de canciones y textos sometidos a censura radiofónica en base a los listados de "textos gramofónicos calificados como “no radiables” por la Dirección General de Radiodifusión y Televisión" existentes en el Archivo General de la Administración y en el archivo de la emisora Radio Alcoy.


Grabaciones cruciales para lograr una reconstrucción más completa y fidedigna del pasado. Se quiere devolver la voz a esas fuentes históricas de valor incalculable para que nos devuelvan a cambio nuestra propia historia.

Fondos actuales

  • Radio París Ramírez/del Campo. 738 grabaciones. Período 1958-1977.
  • Radio París André Camp. 83 grabaciones. Período 1958-1974.
  • Radio Alcoy EAJ-12. 432 grabaciones. Período 1952-1982.
  • Emisiones en diferido de la ORTF. 688 grabaciones. Período 1966-1975.
  • Música censurada. 34 canciones y 59 textos seleccionados. Período 1959-197.
  • Memoria oral. 32 grabaciones. Proyecto abierto a nuevas incorporaciones.
Se ha diseñado un portal donde el usuario puede acceder a los contenidos mediante un potente buscador y por materias. Así mismo se ofrece acceso a documentación e imágenes que completan la información sonora ofrecida.

La información que se ofrece de cada registro sonoro es muy completa: desde una breve descripción bibliográfica del mismo hasta una más exhaustiva para usuarios más rigurosos, así como una detallada contextualización histórica que permite situar cada corte radiofónico en el momento histórico al que se refiere. Se cuenta la historia de cada emisora, de los locutores que aparecerán en los audios, imágenes relacionadas e incluso guiones radiofónicos completos. La navegación es sencilla y muy intuitiva.



El portal está diseñado para ser modificado conforme se vayan produciendo nuevas incorporaciones, para que cada emisora tenga su espacio y el usuario pueda conocer más sobre estas entidades que generaron los contenidos ofertados, si bien el motor de búsqueda ofrecerá los resultados de forma conjunta, con independencia de la emisora de procedencia, facilitando de esta forma el contraste de contenidos.

Devolver la voz ¿a quién?

Durante años, con radios primitivas, con mayor o menor alcance según la tecnología empleada y la ubicación del emisor y del receptor, y siempre con el temor a ser descubiertos, miles de españoles sintonizaron los diales de Radio España Independiente o de Radio París buscando esa información que mantuviese vivas sus ideas, y que les permitiese seguir soñando con un cambio político que incluso toda una Segunda Guerra Mundial no produjo.

Devolver la voz a esos españoles del interior, a los habitantes de la España del silencio, a los que Julián Antonio Ramírez, Adelita del Campo o Ramón Chao, por citar algunos de los locutores de Radio París, trataron de mantener ideológicamente, para que cuando los vientos políticos cambiasen, pudiesen seguir expresando sus ideas con una voz que la dictadura no habría conseguido enmudecer. A los que tras la muerte del dictador pudieron hablar, a los que durante demasiados años la presión de la dictadura logró enmudecer, aunque siguieran trabajando por la libertad pese a no poder expresar las ideas que motivaban sus actuaciones.

Los fondos documentales procedentes de los medios de comunicación se han convertido en una fuente de información imprescindible para la investigación. Los estudiosos de la historia contemporánea encuentran en ellos la información oficial y la opinión de los opositores al gobierno de turno que permite contrastar, matizar y complementar sus investigaciones.

Desde un punto de vista didáctico, como docentes de ciencias sociales en la ESO y el bachillerato, este recurso supone estudiar un periodo de nuestra historia (franquismo y transición democrática) en la viva voz de sus protagonistas. A nuestro alumnado les permitirá llegar a los conocimientos históricos exigidos en los currículos de las materias de Geografía e Historia en 4º de la ESO e Historia de España en 2º de Bachillerato de manera novedosa y real, ya que escucharán por la propia voz de los protagonistas los acontecimientos históricos que sucedieron en ese periodo de nuestra historia, es decir, la historia no es inventada sino que se sustenta en hecho reales.

Para ayudar al enfoque didáctico de estos audios, en la página web, hay disponibles dos guías didácticas para trabajar dos audios a modo de ejemplo. Uno sobre la emigración española a Francia. 1960-1975. Otro sobre el papel de la mujer durante el franquismo. 1959-1975. En un futuro, se podrían potenciar más estas guías didácticas enfocadas a la educación secundaria y al bachillerato.




Este proyecto se publicó en el año 2010 y sigue abierto. Se han ido realizando diversas incorporaciones de archivos sonoros y la idea es que siga enriqueciéndose a lo largo del tiempo con más material de esta tipología.

Fuentes: Rojas-Claros, Francisco; García-Rico, Enrique; Vallés-Botella, Andrés y García-Avilés, José María (2011). Devuélveme la voz. Proyecto de la Universidad de Alicante para la recuperación de las emisiones de Radio París de la época Franquista. En la revista el profesional de la información. PP. 583-587, Vol.20, Nº5.