Los mitos
son relatos mágicos en los que podemos contemplar el reflejo, no sólo de
nuestras ilusiones y nuestros temores más profundos, sino también los de los pueblos
primitivos que nos precedieron. Algunas de estas leyendas son muy antiguas y, a
buen seguro, se contaban ya mucho antes del nacimiento de la escritura. En su conjunto, los mitos y las leyendas
conforman gran parte de la literatura, la filosofía y la religión que ha creado
la humanidad y constituyen sin duda un testimonio imprescindible del imaginario
colectivo.
Los mitos cumplían
numerosas funciones en los pueblos que los crearon y los transmitieron. No sólo
ofrecían respuestas a los grandes interrogantes filosóficos de siempre (cómo se
creó el universo, cuál es la naturaleza de las fuerzas que intervienen en él y
cuál es el origen del ser humano y de la humanidad en su conjunto), sino que
también proporcionaban respuestas a temas de índole más personal, como pautas
sobre cómo comportarse, reglas sociales o explicaciones sobre cómo sería la
vida en el más allá. En ese sentido, los mitos cimentaban las estructuras
mentales sobre las que los antiguos construían su concepto de la vida. Y lo
hacían, detalle éste fundamental, bajo un discurso narrativo, en forma de
historias que la gente pudiera recordar y con las que pudiera identificarse, y, en definitiva, les hicieran reír, llorar o atemorizarse.
Debido precisamente al
vasto repertorio de temas que tocan, de carácter casi universal, los mitos han
ejercido desde siempre un atractivo que va más allá de lo cultural. Todo aquel
que se adentra en el apasionante mundo de la mitología no tarda en hacer un
sorprendente descubrimiento: más allá de las peculiaridades propias de su
cultura de origen, es posible establecer paralelismos de lo más reveladores
entre los mitos de las diferentes culturas, tal como lo demuestra la presencia
de toda una serie de imágenes recurrentes (el huevo del que nace el universo,
el diluvio universal, la naturaleza mortal del hombre como castigo divino…).
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POPOL VUH: el libro sagrado de los mayas. |
Estas similitudes son lo
bastante evidentes como para haber atraído la atención de especialistas de
numerosas disciplinas que, a lo largo de los años y desde sus campos
respectivos, han intentado buscar una explicación a las mismas. Una hipótesis
de trabajo obvia es la de la transmisión cultural, esto es, la idea de
que los mitos han pasado de un pueblo a otro a través del contacto directo,
como si se tratase de una mercancía más. En el siglo XIX, por ejemplo, se
vinculó al descubrimiento de la propagación de las lenguas indoeuropeas a lo
largo y ancho de Eurasia durante la edad del bronce, proceso durante el cual un
grupo de pueblos arios se trasladó a India mientras que otro se dirigió hacia
el norte de Europa después de atravesar Oriente Próximo y Grecia. Se trataba,
sin duda, de una más que evidente vía de transmisión cultural que explicaría el
hecho de que en las mitologías india, griega y nórdica aparezca una serie de
temas comunes.
El panorama no hizo sino
complicarse más cuando, ya en el siglo XX, los occidentales supimos de la
existencia de una rica mitología en Australasia, el África Subsahariana y el
continente americano, regiones que no mantuvieron contacto alguno durante
la Antigüedad con las culturas de Eurasia, y cuyos mitos, sin embargo, guardan
diversos puntos en común. Así, resulta que hay mitos sobre un gran diluvio
universal tanto en Australasia y Suramérica como en China o Mesopotamia, al igual
que se ha descubierto la existencia de mitos sobre la creación muy parecidos
entre sí en culturas tan distantes como África y la antigua Grecia. Tenían que haber,
pues, otros factores que explicaran la existencia de tales mitos y el hecho de
que, por un motivo u otro, hubieran recorrido enormes distancias geográficas
que las antiguas poblaciones no habían salvado.
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Mitología africana: Mawu y Lisa, los gemelos creadores. |
Este misterio captó el
interés del gran psiquiatra suizo Carl Gustav Jung, quien con el tiempo
acabó descubriendo que muchos de los temas que aparecían en los mitos
universales, como los bosques sombríos, las transformaciones imposibles, las
criaturas monstruosas, los niños abandonados, la capacidad de volar o las
caídas, se mostraban también en sus sueños, así como en los de sus pacientes. Fue
a partir de este descubrimiento que desarrolló su teoría del “inconsciente
colectivo”, una nueva parcela de la mente inconsciente donde tiene
cabida una colección de recuerdos e imágenes comunes a todo ser humano. Aunque
son muchos los que con el paso del tiempo han rebatido esta teoría, lo cierto
es que la noción de “arquetipo”, término éste con que se
designaba a estos símbolos mentales de carácter universal, ha pasado ya a
formar parte de nuestra cultura. Según Jung, los arquetipos son el vínculo
perdido entre la mente individual de cada persona y los mitos propios de su
cultura, y son precisamente ellos los que han posibilitado la vigencia hasta nuestros
días de ese universo mitológico. Cuando decimos que algo “es un mito”,
tanto podemos referirnos a que ese algo es ridículo o imposible, como a que por
su carácter trascendental posee una “dimensión mítica”.
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Carl Gustav Jung |
Todo ello explica que las
leyendas y los mitos continúen hoy en día dando sentido a nuestras vidas, así
como al mundo en que vivimos. Y es que los grandes temas de la mitología
universal discurren paralelos a nuestras propias experiencias vitales,
escenificando en un plano imaginativo nuestras esperanzas y nuestros temores
más profundos. Es precisamente gracias al hecho de que podemos identificarnos y
emocionarnos con su contenido por lo que continúan captando nuestro interés y
seduciéndonos.
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El Consejo de los Dioses, fresco de Rafael. |
Por otro lado, los
mitos tienen también una innegable lectura de carácter social al sugerir
que, al margen de las enormes diferencias idiomáticas y culturales, existe un
origen común. Por alguna razón todavía por descubrir en la estructura mental
del ser humano, lo cierto es que los pueblos de todos los continentes y todas
las regiones climáticas tienden a desarrollar las mismas situaciones y a
plantear los mismos conflictos. En ese sentido, los mitos se valen de un
lenguaje universal que remite a un mundo anterior a la torre de Babel. Y es
que, en definitiva, una vez salvadas las innumerables peculiaridades
culturales, los mitos testimonian la unidad imaginativa del ser humano más
allá del tiempo.
BIBLIOGRAFÍA
Littleton, C. Scott
(2007). MITOLOGÍA. antología ilustrada de mitos y leyendas del mundo.
Barcelona: Editorial Blume.