El tiempo parecía
haberse detenido, al cabo de varias semanas de confinamiento por una alerta
sanitaria de nivel Delf con 1, se iba vislumbrando el final, para Pepita y
Juanito era un halo de esperanza para volverse a ver. Esta joven pareja se iba
a casar en el verano del año 2020 en la Pulcra Leonina, pero todo parecía
torcérseles para que no fuera así. Cuando el Gobierno relajó las medidas del
Estado de Alarma quedaron para verse al lado de las letras de la catedral:
-
¡Al
fin te puedo abrazar y besar, ratoncita!
-
¡Ni
se te ocurra! Recuerda que podemos vernos con medidas de distanciamiento
social, es decir, lejos de mi ¡2 metros! Aunque siempre serás mi pulpito
preferido.
-
¡Oh
dios!, cielo, no hay nadie, podemos hacernos unos arrumacos sin que nadie nos
vea ¡son muchos meses sin tener contacto!
-
¡De
eso nada! Y no olvides lo que nos comentó el padre Fulgencio en la última clase
on-line del curso prematrimonial ¡evitad caer en la tentación antes de la boda!
La carne es débil pero nuestro señor es omnipresente y él sí que nos ve,
pulpito.
-
No
somos pecadores ratoncita pero querernos es fundamental para que podamos
casarnos ¡sí es que el santísimo y el virus nos lo permiten! Necesitamos estar
fuertes y unidos lo seremos más. Un besito ¿vale?
-
¡Qué
no! El virus se transmite por el aire y la saliva, además tú no te lavas los
dientes y a saber qué has engendrado en tu boca durante estos últimos meses. No
seas pesado y vamos a pasear y hablar sobre nuestra futura boda, pulpito.
-
Si
no fuera porque estoy loco por ti, ratoncita, te mandaría a freír espárragos
trigueros. ¿Qué tenemos que hablar de la boda?
-
Si
se va a celebrar y, en caso afirmativo, cómo.
-
¡Sí
ya tenemos la fecha fijada desde hace un año! ¡cómo no se va a celebrar!
Definitivamente, el encierro te ha vuelto más loca de lo normal.
-
¿Cómo?
¿Loca, yo?, pero tú eres un inconsciente, no has visto en las noticias que no
permiten concentraciones multitudinarias, los bares, restaurantes y hoteles
están cerrados. No sé dónde vamos a meter a todos nuestros invitados, pero como
estoy loca, a lo mejor has ideado algo en Saturno.
-
No
tenemos tantos invitados, sólo son 600, y ya hemos reducido a la mitad, menos
me niego.
-
De
los cuales 570 no conocemos pero que invitamos porque en alguna ocasión de tu
“exitosa” vida, jugaste con ellos al fútbol, somos la ONG de la tierra cazurra.
-
No
te enfades, amor, pero recuerda que salí maravillado de la boda de Sergio Ramos
el año pasado y nosotros no vamos a ser menos.
-
Ya,
cariño, pero a aquella boda solo le faltó que llevaran al burro de chiquetete….
No sería mejor una boda familiar, con tu familia, la mía, un poco de cecina y
mucho amor… mover el día para una fecha un poco más alejada y ser felices, ¿Qué
me dices?
-
¡Un
virus no puede cambiar los acuerdos que teníamos! Si no quieres casarte conmigo
dímelo pero no pongas de excusa la situación excepcional en la que vivimos, ya
que se puede retrasar todo pero con los mismos invitados.
-
Hoy
estás bastante irascible, será mejor que lo sigamos discutiendo la semana que
viene porque se nos ha pasado la hora que nos dejan pasear.
-
Y
¿ya está? ¿asunto zanjado? Pues no me parece bien. Así que posponemos la boda
sine díe.
-
Eso
es una decisión unilateral que no acepto.
-
Me
da igual, tú no tienes en consideración mi punto de vista ¡Qué te den morcilla!
Lagarta, sólo quieres mi cuenta corriente.
-
Y
tú mi cuerpo, enfermo que eres un enfermo….
Y así terminó una bonita historia de amor
que el confinamiento rompió en mil pedazos…. C´est la vie.
No hay comentarios:
Publicar un comentario