sábado, 8 de agosto de 2020

RESEÑA DEL LIBRO LOS EUROPEOS: TRES VIDAS Y EL NACIMIENTO DE LA CULTURA COSMOPOLITA DE ORLANDO FIGES

 

Los europeos es la historia apasionante del nacimiento de la cultura compartida de nuestro continente en el siglo XIX, contada a través de un extraño y maravilloso triángulo amoroso formado por el gran escritor ruso Iván Turguénev, Pauline Viardot, de origen español y apellidada García en su soltería y Louis Viardot, hispanista francés y gran experto en arte.

Los Viardot e Iván Turguénev


Estos tres personajes brillantes, apasionados y ambiciosos estuvieron en el centro del intercambio artístico europeo, cerca de figuras como Delacroix, Berlioz, Chopin, Liszt, Schumann, Víctor Hugo, Goncourt, Dickens, Flaubert y Dostoievski, que se abrían paso a través de una cultura próspera y genuinamente cosmopolita. El desarrollo de las comunicaciones, la imprenta y los viajes en tren permitieron a artistas de todo tipo intercambiar ideas y ganarse la vida, yendo y viniendo por todo el continente, lo que propició un verdadero canon europeo artístico, musical y literario.

Orlando Figes


Orlando Figes
consigue combinar de forma magistral una narrativa fluida con la consistencia de la buena documentación dando como resultado una investigación muy minuciosa y precisa. Este prestigioso historiador británico nacionalizado alemán nos traslada a este mundo de grandes cambios culturales a través de detalles íntimos y anécdotas poco conocidas mostrándonos la fuerza unificadora de la cultura europea. Aunque adopta un estilo distinto, sigue la senda que marcaron autores como Stefan Zweig en su Legado de Europa o George Steiner en La idea de Europa.

Así explica el autor el propósito de su trabajo: “El modo en que se fue creando esta «cultura europea» es el tema de este libro. Se propone explicar cómo llegó a suceder que, en torno a 1900, en todo el continente se estuvieran leyendo los mismos libros, haciendo reproducciones de los mismos cuadros, tocando la misma música en los hogares o escuchándola en las salas de conciertos e interpretando las mismas óperas en todos los teatros más importantes de Europa. En resumen, se propone explicar cómo se estableció el canon europeo —que constituye la base de la alta cultura actual, no solo en Europa, sino en todas aquellas partes del mundo en las que hubo asentamientos europeos— durante la era del ferrocarril. En el continente, había existido una cultura internacional entre las élites al menos desde el Renacimiento. Esta se erigía sobre la base del cristianismo, la literatura clásica, la filosofía y el estudio, y se había extendido por las cortes, academias y ciudades de Europa. Pero no fue hasta el siglo XIX que pudo desarrollarse una cultura de masas relativamente integrada en todo el continente”.

Si os gustó su libro el baile de Natacha, sin lugar a dudas, este trepidante y culto ensayo de la cultura europea del siglo XIX os resultará muy estimulante para poder comprender, en cierta manera, la Europa de hoy en día.

Estructurado en ocho capítulos principales a los que se añaden una nota introductoria sobre el dinero —en la que aborda la noción de valor asociada a las monedas nacionales de la Europa del siglo XIX—, mapas, ilustraciones, así como un epílogo y un abundante apartado de notas en el que fundamenta este ensayo; el autor explora diversos temas como el impacto de la revolución industrial en el acceso al público y los derechos intelectuales; el auge de los libros de bolsillo baratos y los folletines seriales en los periódicos con gran éxito de lectores de diversas clases; la economía de la producción significada en la gestión de conciertos, teatros y publicaciones; el nacionalismo reaccionario y el antisemitismo que envolvieron el caso Dreyfuss; la invención de la impresión litográfica y la irrupción de la fotografía; la popularización del turismo o la consolidación del libre comercio. Capítulos trufados con la historia del triángulo sentimental entre Pauline Viardot, famosa compositora y prima donna de ópera –hija del embaucador, negociante e increíble personaje Manuel García– su marido Louis Viardot, dramaturgo, maestro en arte, republicano y autor de la primera guía del Museo del Prado, y el escritor ruso Iván Turgénev que inauguró la edad dorada de sus letras y de las de Europa. Tres personajes entrando y saliendo de viaje por Nápoles, San Petersburgo, Cádiz y Londres en un caleidoscopio de figuras como Delacroix, Beethoven, el ludópata Dostoyevski, el maestro del realismo Gustave Flaubert o el romántico Chopin en cuyo funeral cantó La Viardot por dos mil francos. El precio de la cultura, sus bambalinas, el ferrocarril que fomentó nuevas comunidades y nuevas ideas; lo mismo que sirvió para transportar a los soldados que en 1914 destruyeron la Europa de una efervescente vanguardia que reconstruyó el puente con la cultura, como concepto de un territorio donde la economía y el alma eran una hermosa pareja de sueños y baile. Qué riqueza existencial, qué nostalgia de progreso.

La Gare de Saint Lazare de Claude Monet 1877


En la Gare de Saint-Lazare, a iniciativa del barón James de Rothschild, se reúnen todo París para una celebración; no del edificio de Claude Monet que por entonces no se había construido, sino de la inauguración de la línea férrea París-Bruselas. El sábado 13 de junio de 1846, salía de allí un lujoso tren de pasajeros tirado por una locomotora a vapor, la primera que se veía en aquel lugar, entre las exclamaciones de quienes todavía eran capaces de conservar el sentido del asombro en ese tiempo de grandes esperanzas, que decía Dickens. Asoma aquí inesperada, discretamente, la línea argumental del último libro de Orlando Figes que con el título de Los europeos recrea el marco que posibilita el nacimiento de una cultura cosmopolita. El territorio olvidado por los historiadores académicos pese a que se trata del mundo de ayer famosamente recordado por Stefan Zweig. Porque este libro “es una historia internacional donde Europa se contempla como un todo, no de forma seccionada por estados nacionales o zonas geográficas”; libro que atiende un objetivo preciso: “Abordar un espacio de transferencias culturales, de traducciones e intercambios a través de las fronteras nacionales, a partir de las cuales surgiría una cultura europea”. La era del ferrocarril como icono de una época que convierte el viaje en razón de la vida.

Sin embargo, en estos años, existen señales en sentido contrario. Los nacionalismos que recelan que el flujo internacional del tráfico cultural socave la identidad de un país. Y aquí se produce la trágica colisión que condena a Europa: a la relación entre cultura y capitalismo que explica el gran desarrollo del mundo operístico de la segunda mitad del siglo XIX se opone la relación entre revancha nacional y capital que crea una poderosa industria armamentística con el único fin de acabar con el adversario a mayor gloria de una nación. Cultura o guerra. No hay más. De ahí que Figes afirme que “la cultura internacional desaparecería con el estallido de la Primera Guerra Mundial”.

La siguiente decisión de Figes está llena de posibilidades narrativas. Tres personajes están en el centro de su libro, una mujer y dos hombres, un ménage à trois muy especial. La severidad prestada a los detalles le sale de un modo natural como efecto del interés por los tres personajes. Su tendencia instintiva hacia la privacy, al modo de un Henry James que deseara saber más allá de sus propias observaciones, se traslada a un estilo contenido, a las observaciones sobre la vida y el trabajo de los protagonistas, que avanzan empujándose entre sí para ver quién de ellos tres alcanza el centro del relato.

Giacomo Meyerbeer


Una mujer, la cantante y compositora Pauline Viardot, nacida García, de padres sevillanos instalados en París, que se parece y no se parece a las demás divas de la ópera con su voz de heroína griega, que tanto elogiaba su amiga Clara Schumann, en unos tiempos que hacía estragos L’elisir d’amore, de Gaetano Donizetti, delineándose hacia un nuevo concepto de música, primero con el hoy casi olvidado El profeta de Giacomo Meyerbeer y más tarde con Berlioz, Gounod, hasta hacerse devota de Wagner tras el Tannhauser. Con ella estamos tan lejos de Anna Netrebko o Diana Damrau que hoy ya no la consideramos, aunque eso no impide que la entendamos gracias a Figes, y con ella el mundo que la rodeó; empezando por su marido Louis Viardot, crítico de arte, académico, editor, gestor teatral, republicano hasta la médula, enfrentado con su archienemigo el emperador Luis Napoleón, que habita en París sin vivir el ambiente de la ciudad, que elige Baden-Baden como lugar idóneo donde desarrollar sus ideas y el trabajo de su esposa; y terminando con el gran escritor ruso Iván Turguénev que poco a poco se fue adaptando a los desafíos del mercado y consiguió superar, con los derechos de autor, la pésima gestión de la hacienda que le dejara su acaudalada aunque sumamente cicatera madre.

Vemos a los tres, su necesidad de encontrar un acomodo en la vida cultural y su desesperación por no encontrarlo; incluso vemos que estas emociones son sinceras pero a menudo un poco exageradas, de una manera calculada, por si acaso la compasión que despierta Turguénev con su vida errante y llena de deudas, de Pauline con su falta de aceptación entre la sociedad parisina (le censuraban su afán de dinero), del exilio voluntario de Louis que no soporta los esplendores del Segundo Imperio. Todo eso lo expresa con sus obras (canto en ella, relatos y gestión cultural en ellos), pero también con su pose mundana: sus viajes, sus reuniones, sus objetos (como la partitura del Giovanni de Mozart que Pauline guardaba en una caja neogótica en su salón), el piano donde ensayaba o daba clase, el lujo en suma, de una vida glamurosa por donde pasaba lo más nutrido de la sociedad, desde Chopin a Liszt, incluso los jóvenes como Wagner, o luego Gounod y Fauré.

Los europeos es un comentario mordaz de una sociedad que aspira a todo y se queda en nada: “Si el centro de las ciudades medievales estuvo señalado por las catedrales, las grandes ciudades burguesas del siglo XIX estaban dominadas por los auditorios, los teatros de ópera, las bibliotecas, las galerías de ­arte y los museos de ciencias”. Un objetivo de la burguesía que tomaba distancia de la aristocracia y de las clases trabajadoras, una porque sólo se interesaba por su ocio en el campo mediante la caza, la otra porque trabajaba demasiado tiempo como para asimilarlo, a pesar de las sillas del gallinero. Al final se percibe la fragilidad de un mundo que hace de la belleza su principal objetivo. Las revoluciones de 1848-49 fueron fatales para la cultura cosmopolita, como lo fue la guerra franco-prusiana de 1870 o el resto de guerras y revoluciones. Una fragilidad que demuestra ese aspecto frío, cruel, del capitalismo del siglo XIX, capaz de lo mejor y de lo peor. Insensible al hecho de que la cultura sino se extiende no tiene sentido.

Como el propio Figes dice: “la noción de Europa como espacio cultural —tanto un espacio compartido como un espacio de unión de los «europeos»— surgió por primera vez durante las primeras décadas del siglo XIX. Saint-Simon concebía a Europa como la portadora de una «misión civilizadora» que se definía por su espíritu secular, en el que las artes tomarían el lugar de la religión, la raza o la nación como elemento de unión de los dos pueblos del continente. Goethe creía que el crecimiento del tráfico cultural y del intercambio entre naciones formaría un tipo híbrido de cultura europea. Pero solo durante el último cuarto de siglo abrieron paso estas ideas a la noción de existencia de una sensibilidad europea o de una identidad cultural distintiva, una sensación de «europeidad» compartida por los ciudadanos de Europa, con independencia de su nacionalidad”.

El libro de Figes es un texto brillante que captura el cosmopolitismo de aquella Europa que abrazó la idea de alta cultura, de la que durante años se vanaglorió el Viejo Continente, en una época caracterizada por el fortalecimiento de los principios de una sociedad abierta (de la que teorizó Popper), sin deuda y sin inflación. Un continente diverso en su pluralidad, unido de forma genuina por una verdadera “cultura sin fronteras”. Una obra histórica de primera magnitud, que permite a un tiempo sumergirnos en el rico mosaico de la cultura europea, explorar nuestros valores comunes, y aproximar el periodo de mayor luz y progreso que seguramente haya conocido el continente y que bien podría servirnos de inspiración a la hora de gestionar ese bien común que es la civitas europea.

Mark Twain


Para finalizar esta reseña, vamos a recordar una frase de Mark Twain citada en las páginas de este ensayo que señala de forma directa el concepto de cosmopolitismo:

“Viajar es fatal para los prejuicios, la intolerancia y la estrechez de miras”

Guía para viajeros inocentes (1869).

 

jueves, 2 de julio de 2020

¿Y SI FUERA ELLA?


Ana Pérez

“Parece retrasada”, esa frase, que había escuchado cientos de veces en mi infancia cuando me cruzaba con niños y niñas de mi edad y aun otras personas no tan pequeñas, era un mantra que todavía hoy no se me ha quitado de la cabeza. Cuando era una niña, mis padres notaron que algo no iba bien en mi lenguaje, por lo tanto, empezaron a llevarme a un prestigioso logopeda para que me enseñara a pronunciar bien las palabras. Ellos creían que mi timidez hacía que dudase de mis facultades, pero pronto se dieron cuenta de que no era sólo un problema de timidez. En el cole, me sentía el bicho raro de la clase porque, mientras mis compañeros pintaban, coloreaban, escribían o jugaban, yo me aburría y me ponía a contar musarañas hasta que la profesora venía a mi pupitre y me pillaba en plena ensoñación. Cuando me preguntaba qué estaba haciendo, yo le contestaba que estaba contando los planetas del universo. Entonces, ella se exasperaba porque no lograba entender por qué no me juntaba con mis compañeros y hacía como ellos las tareas encomendadas. La verdad es que mi clase era un poco rollo, así lo sentía, ya que nos pasábamos todo el día haciendo cosas tan banales como pintar o dibujar. ¡Ni que fuéramos Rembrandt o Picasso!

Cuando comencé la Educación Primaria me fui encerrando cada vez más en mi misma porque el resto de compañeros se reían de mí, ya que no era guay para ellos. Mis padres, muy preocupados por mi aislamiento social, me llevaron, esta vez, a la consulta de un psicólogo charlatán, al que lo único que le interesaba era el dinero que le dejaban mis progenitores en cada sesión. Me preguntaba cosas banales, me enseñaba diferentes formas extrañas en cartulinas y decía que necesitaba más sesiones para sacar un diagnóstico concluyente. Después de más de cuarenta sesiones, llegó a la conclusión de que no me pasaba nada más allá de las cosas típicas de la edad de una niña de siete años. Ahí pensé que los charlatanes sabelotodo no estaban sólo en las tertulias televisivas sino también en las consultas médicas.

Fueron transcurriendo los cursos de Educación Primaria sin mejorar mis relaciones sociales, aunque académicamente sacaba notas brillantes sin demasiado esfuerzo, puesto que los ejercicios que nos proponían eran muy sencillos para mí. En casa, en vez de leer las lecturas complementarias del cole, devoraba las obras de Edgar Allan Poe, la Historia Interminable y las novelas de Charles Dickens. En el último curso de la Educación Primaria llegó un nuevo compañero, se llamaba José, y al ser el último en incorporarse tuvo que sentarse en el pupitre que estaba al lado del mío. Este hecho me provocó una gran desazón pues estaba acostumbrada a mi confortable soledad y los cambios de rutinas me causaban una gran inquietud.

José resultó ser un estupendo compañero de pupitre, que acabó convirtiéndose en mi primer amigo. Él era diferente a los demás porque sabía cómo captar mi atención. Me decía las cosas claras y sin dobles sentidos, respetaba mis rutinas y espacios, además de ayudarme a entender el comportamiento del resto de la clase. Se había convertido en mi amigo del alma. Un día, en un ataque de sinceridad, le pregunté: “¿Cómo es que has dado con la forma de tratarme en la que yo pueda interactuar contigo?”, a lo que él me respondió: “muy fácil, tú eres como mi hermana Clara que tiene el Síndrome de Asperger, entonces te trato como si fueras ella”.

Al llegar a casa ese día les dije a mis padres lo que me había dicho mi amigo José sobre su hermana y el síndrome de Asperger. A ambos se les iluminó la cara de felicidad porque al fin veían una pequeña luz al final del túnel de incomprensión social que su hija había sufrido todos estos años. De todas formas, el camino no fue fácil ya que al año siguiente empecé la Educación Secundaria en un nuevo centro con nuevos compañeros y sin mi amigo José, que se tuvo que marchar a vivir con sus padres a Hong Kong, debido a que su padre ocupaba un puesto directivo en una gran multinacional y lo habían enviado para organizar la nueva sede recién inaugurada de ese lugar.

La marcha de José, el cambio de centro y el nuevo tratamiento para mi síndrome me ocasionaron muchos problemas de conducta, que tardaron algunos años en controlarse. Mis nuevos compañeros eran más crueles que los que había tenido en primaria, aquel “parece retrasada”, que tanto me decían, se convirtió en esta chica es “la loca de la colina”. Las burlas hacia mi fueron incesantes, lo que provocó que me volviera a encerrar en mí misma y centrara toda mi atención en el estudio. Esto hizo que acabase la Educación Secundaria y el Bachillerato con matrícula de honor y una mención especial en matemáticas. ¡Me encantan las matemáticas! Tanto es así, que gané la beca América de estudios superiores de matemáticas en el MIT de Massachusetts. El mucho sufrimiento, que tuviera durante esos años, se compensaba ahora con la emoción de tener la oportunidad de aprender matemáticas con los mejores matemáticos en Estados Unidos, pero mi alegría fue fugaz porque mis padres no estaban muy convencidos de la idea, ya que yo seguía una rutina muy rígida todos los días y no creían que fuera capaz de lograrlo sola. Finalmente, tras muchas discusiones, decidieron dejarme ir con la condición de que uno de los dos siempre estaría a mi lado. Acepté y acto seguido me fui a comprar los billetes de avión, sólo los de ida.

El primer mes fue frenético, todo era nuevo y emocionante. El país, la universidad y ¡hasta los compañeros! Muchos eran muy frikis de las matemáticas y eso me gustaba. Los primeros tres meses me acompañó mi madre en el pequeño apartamento proporcionado por la universidad y todo me resultó mucho más sencillo.

Un día en la clase de álgebra vi a un chico que me recordaba a José, mi amigo de la infancia, pero no podía ser él porque esto no era Hong Kong. Al finalizar la clase, vi cómo ese chico esperaba a que saliese yo con una sonrisa profident en el rostro y al verme gritó: ¡Ana! ¡Mi amiga del alma, nos volvemos a encontrar! Acto seguido me preguntó si podía darme un abrazo y fui yo quien se abalanzó sobre él. La alegría que sentía era inmensa y lo invité a comer en el apartamento que compartía con mi madre. Allí nos pusimos al día y supe que hacía tres años que residía en los Estados Unidos porque a su padre lo habían vuelto a trasladar, esta vez a Nueva York, él había acabado sus estudios secundarios en un High School de Manhattan y había sido admitido en el MIT para realizar la carrera de matemáticas ¡Qué casualidad! Compartiría con él mi estancia en el MIT.

Cada vez me sentía más integrada en la vida americana y fui socializando con la gente poco a poco, que sabía cómo dirigirse a mí, gracias en gran parte a la labor realizada por José, que se ocupaba de advertir a quienes me conocían de mis rutinas, y yo ya no me sentía aquel bicho raro de épocas pasadas.

Tal fue mi adaptación que, después de un año de estancia en Estados Unidos, mis padres dejaron de quedarse conmigo en el pequeño apartamento del campus porque vieron que ya podía defenderme yo sola. Esto supuso una gran victoria en cuanto a mi desarrollo personal frente al síndrome.

Al finalizar los estudios en el MIT, nos ofrecieron trabajo a José y a mí en la misma gran empresa tecnológica, decimos aceptarlo y trasladarnos al Estado de California, en concreto a San Francisco. Nuestra relación se fue estrechando con los años y en California ya compartíamos piso; yo sentía algo extraño por él, una fuerte atracción, que nunca antes había experimentado. Un día él me aclaró lo que me pasaba. Y me propuso que fuéramos novios, lo que me pareció una idea estupenda.

Al cabo de tres años éramos padres de una preciosa niña, Chloé. Y aquel lejano comentario de “parece retrasada”, que había sufrido a lo largo de los años, parecía desvanecerse a pasos agigantados y ahora sólo podía pensar en lo afortunada que era al haber formado una familia tan especial. Entonces, recordé aquella frase tan bonita que me dijo José en primaria: ¿Y si fueras ella?


sábado, 20 de junio de 2020

RESEÑA DEL LIBRO EUROPA CONTRA EUROPA 1914-1945

Portada del libro

En la actualidad, Julián Casanova es uno de los más reputados historiadores contemporáneos españoles. Es catedrático de Historia Contemporánea en la universidad de Zaragoza y ha sido profesor visitante en varias universidades europeas, latinoamericanas y norteamericanas. En la actualidad, es profesor visitante en la prestigiosa Central European University (Budapest). Además, muestra su faceta de divulgador en las páginas del diario El País, Infolibre y en la sección del Gabinete del programa radiofónico de Julia en la Onda de la cadena Onda Cero. También, fue asesor histórico y presentador de “La guerra filmada”, serie de ocho horas de programas documentales sobre la Guerra Civil Española, TVE, 2006 (editado por Filmoteca Española, Ministerio de Cultura, 2009).

Julián Casanova


Es autor, entre otros trabajos, de Anarquismo y revolución en la sociedad rural aragonesa, 1936-1938, Siglo XXI, Madrid, 1985; edición en Critica, 2006) La historia social y los historiadores (Crítica, 1991 y edición ampliada de bolsillo en 2003); De la calle al frente. El anarcosindicalismo en España, 1931-1939 (Crítica, 1997, publicado en inglés, en Routledge, Londres y Nueva y York, 2004), La Iglesia de Franco (Temas de Hoy, Madrid, 2001; edición de bolsillo con notas en Crítica, 2005);  República y guerra civil, Crítica/Marcial Pons, Barcelona, 2007 (publicación en inglés en Cambridge University Press, 2010); Anarquismo y violencia política en la España del siglo XX, Institución Fernando el Católico, Zaragoza, 2007;  Historia de España en el siglo XX, y Breve historia de España en el siglo XX con Carlos Gil Andrés (Ariel, Barcelona, 2009 y 2012; edición en inglés en Cambridge University Press, 2014); Europa contra Europa, 1914-1945 (Crítica, Barcelona, 2011) y A Short History of the Spanish Civil War, (I.B. Tauris, Londres, 2012), publicado por Crítica, 2013, con el título España partida en dos. Breve historia de la guerra civil española; edición en turco en Iletism, Estambul, 2015). Es además el editor/compilador, entre otros libros, de Tierra y Libertad. Cien años de anarquismo en España (Crítica, 2010) y Cuarenta años con Franco (Crítica, 2015). Su último libro publicado es La venganza de los siervos. Rusia, 1917 (Crítica, 2017). El 31 de diciembre de 2020, saldrá a la venta su libro titulado Una violencia indómita, el siglo XX europeo (Crítica, 2020).

Algunas de las obras de Julián Casanova


En su libro Europa contra Europa 1914-1945, Julián Casanova nos muestra el panorama europeo que abarca las dos guerras mundiales y el turbulento periodo de entreguerras empleando magistralmente la historia comparada con una narrativa fluida en la que combina el relato con el análisis, el ritmo de la narración con la pausa de la interpretación, el detalle de los acontecimientos con la actualización científica y el rigor de la documentación. En definitiva, una obra que nos obliga a reflexionar sobre nuestro pasado cercano y a ponernos las gafas del pensamiento crítico para comprender un periodo crucial en la formación de la Europa en la que hoy vivimos.

Este libro consta de 258 páginas y se divide en 7 capítulos, un apartado de cronología, un fructífero epígrafe de comentario de la bibliografía empleada en su redacción, un índice onomástico, un índice analítico y el índice del libro. Por lo tanto, el desarrollo de la explicación del tema tratado aquí abarca en total 199 páginas.

Especialmente revelador es el primer capítulo titulado “Europa contra Europa, 1914-1945: una visión panorámica” en el que el autor elabora una reflexión muy hilvanada sobre las consecuencias de la Primera Guerra Mundial y cómo se fueron tejiendo los totalitarismos en Europa desde el Comunismo en la URSS hasta el fascismo en Italia y Alemania. Con ellos, se iría hacia una guerra total (la Segunda Guerra Mundial) en la que la cultura del enfrentamiento prevalecería por encima de todo. Se hace muy evidente el análisis comparado de la Historia, permitiéndonos así comprender mejor las realidades de esta época que muy a menudo se tergiversan en función de los intereses políticos y partidistas de la clase política actual y de historiadores revisionistas que quieren reescribir la Historia desde el presente con los grandes riesgos que ello conlleva.

Los siguientes capítulos se centran en la Revolución Rusa (“la venganza de los siervos”), Mussolini y la Italia fascista, de la República de Weimar al Tercer Reich, la dimensión internacional de la Guerra Civil Española, las dictaduras del periodo de entreguerras y el tiempo de odios que se fraguó en este periodo.

Esta obra publicada en el año 2011 por la editorial crítica, y que ya va por la sexta edición, en los tiempos convulsos en que vivimos es más necesaria que nunca. Ya dijo Nelson Mandela aquella frase que quedará para la posteridad “la educación es el arma más poderosa que tenemos para poder cambiar el mundo”, y aunque esa educación se vea maltratada siempre en este país, como ciudadanos hemos de tener ganas de aprender y acudir a obras de investigadores consolidados para fomentar el pensamiento crítico del que hablábamos anteriormente. La historia es compleja y su análisis depende de muchos factores, no es objetiva y quien diga que lo es miente. Las investigaciones y análisis de los historiadores han de ser rigurosos y honestos, pero cada uno tendrá su interpretación de los hechos, es inevitable, por eso mismo hay que fomentar el pensamiento socrático, la duda a lo que me cuentan y a contrastar las informaciones recibidas. Nada mejor que un análisis de historia comparada como el que estamos analizando aquí para darnos cuenta de que no existe una verdad absoluta.

Muchos de nosotros siempre recordamos aquella frase de Karl Marx diciendo que “la historia es cíclica” porque siempre volvía a repetirse. En realidad, esta afirmación no es del todo exacta porque el contexto histórico de cada momento no se repite al 100% aunque sí es cierto que rasgos del pasado tienen sus ecos en el presente y, por eso mismo, la historia rima. Aprendamos de ella para no cometer los errores que en el pasado nos llevaron a la fatalidad.

A continuación, voy a extraer las ideas que más me han llamado la atención de este libro redactadas de manera dinámica para que veáis que los ecos del pasado siguen latiendo con mucha fuerza en el presente.

En Inglaterra, Francia o Alemania, por citar a las naciones más poderosas, una oligarquía de ricos y poderosos, de “buenas familias”, de nobles y burgueses conectados a través de matrimonios y consejos de administración de empresas y bancos, mantenían su poder social a través del acceso a la educación y a las instituciones culturales.

Antes de 1914, la democracia y la presencia de una cultura popular cívica, de respeto por la ley y de defensa de los derechos civiles, eran bienes escasos, presentes en algunos países como Francia y Gran Bretaña y ausentes en la mayor parte del resto de Europa. Tampoco los parlamentos gozaban de buena salud en países como Rusia, Italia, Alemania o España, donde, debido a la corrupción, al sufragio restringido y a la intervención de los monarcas en los gobiernos, aparecían ante intelectuales radicales y socialistas como instrumentos de gestión pública al servicio de las clases dominantes.

Esas instituciones políticas, que excluían a los ciudadanos por su raza, género o condición, resultaron inadecuadas para abordar el impacto del cambio social y económico que había acompañado desde el último tercio del siglo XIX al surgimiento de las ciudades industriales, a la llegada del ferrocarril, del movimiento obrero y de las ideas socialistas.

El estallido de la Primera Guerra Mundial se llevó por delante al Imperio ruso y provocó también la conquista bolchevique del poder, el cambio revolucionario más súbito y amenazante que conoció la historia del siglo XX. De esa guerra salieron también el comunismo y el fascismo.

Después de 1919, la cuestión de las minorías se identificó fundamentalmente como un problema de la Europa del Este, donde residían más de dos tercios de los 35 millones de personas que pertenecían a esos grupos.

La revolución rusa, el auge del socialismo y los procesos de secularización que acompañaron a la modernización política hicieron más intensa la lucha entre la iglesia católica y sus adversarios anticlericales de la izquierda política.

Ocurrió además que esos nuevos regímenes parlamentarios y constitucionales se enfrentaron desde el principio a una fragmentación de las lealtades políticas, de tipo nacional, lingüístico, religioso, étnico o de clase, que derivó en un sistema político con muchos partidos y muy débiles. La formación de gobiernos se hizo cada vez más difícil, con coaliciones cambiantes y poco estables. En Alemania ningún partido consiguió una mayoría sólida bajo el sistema de representación proporcional aprobado por la Constitución de Weimar en 1919, pero lo mismo puede decirse de Bulgaria, Austria, Checoslovaquia, Polonia o de España durante la Segunda República. La oposición rara vez aceptaba los resultados electorales y la fe en la política parlamentaria, a prueba en esos años de inestabilidad y conflicto, se resquebrajó y llevó a amplios sectores de esas sociedades a buscar alternativas políticas a la democracia (este párrafo es un eco del pasado muy latente en la España actual. Recordad que la derecha y la extrema derecha en nuestro país llaman al gobierno de coalición del PSOE-UP “ilegítimo” no porque lo sea que, evidentemente no lo es, sino porque el resultado democrático salido de las urnas no es el que ellos desearían. La extrema derecha ha pedido durante el Estado de Alarma que el gobierno dimita y se haga un gobierno con mandos militares ¿os suena?, la historia rima).

Francia y Gran Bretaña gastaron más del doble en ganar la guerra que sus oponentes en perderla y básicamente financiaron ese coste a través de préstamos de inversiones estadounidenses. Para afrontar esa enorme deuda, los gobiernos franceses y británicos consumían más de un tercio de sus presupuestos y sus economías se hicieron cada vez más dependientes de Estados Unidos, un proceso que ya había comenzado en plena guerra, cuando se consolidó como la principal potencia económica del mundo.

Pese a todas esas dificultades, a las tensiones sociales y a las divisiones ideológicas, el orden internacional creado por la paz de Versalles sobrevivió una década sin serios incidentes. Todo cambió, sin embargo, con la crisis económica de 1929, el surgimiento de la Unión Soviética como poder militar e industrial bajo Iósif Stalin y la designación de Adolf Hitler como canciller alemán en enero de 1933. La incapacidad del orden capitalista liberal para evitar el desastre económico hizo crecer el extremismo político, el nacionalismo violento y la hostilidad al sistema parlamentario. Alemania, Japón e Italia compartían ese rechazo de la democracia liberal y del comunismo ambicionando un nuevo orden internacional que pusiera el mundo a sus pies.

El comunismo y el fascismo se convirtieron primero en alternativas y después en polos de atracción para intelectuales, vehículos para la política de masas, viveros de nuevos líderes que, subiendo de la nada, arrancando desde fuera del establishment y del viejo orden monárquico e imperial, propusieron rupturas radicales con el pasado.

Frente al mito del peligro comunista y revolucionario, que propagaron como causa de la guerra los militares golpistas de julio de 1936, lo que realmente llegó a España a través de una intervención militar abierta fue el fascismo. Además, tras el final de la guerra civil en 1939, durante al menos dos décadas no hubo ninguna reconstrucción positiva, tal y como ocurrió en los países de Europa occidental después de 1945.

De propaganda, miedo y mentiras se inundó Europa en aquellos años. Resulta fácil y tranquilizador atribuir las mentiras y la propaganda a los políticos, especialmente a los dictadores, a Joseph Goebbels y sus manipulaciones, ministro de Propaganda, con mayúsculas, del tercer Reich. Pero la fotografía completa dice más cosas. Dice que muchos intelectuales que se movilizaron para defender a la democracia, al fascismo o al comunismo contribuyeron con su voz y con su pluma a que esas mentiras se las creyera todavía más gente, a que los dogmas llegaran mejor y a que la violencia y el terror de otros fueran siempre más grandes.

La crítica a los parlamentos y a la democracia, por otro lado, ganó terreno tras los desastres de la guerra y el miedo a la revolución y al comunismo que llegaban desde Rusia y transmitían sus exiliados más notables entre las clases acomodadas de las ciudades europeas. Algunos de los que se convirtieron en políticos destacados de extrema derecha y del fascismo habían pasado por las trincheras, como el húngaro Ferenc Szálasi, fundador del movimiento de la Cruz Flechada, y vieron en la democracia la representación de la Europa burguesa y decadente, que abría las puertas al socialismo, al voto de las mujeres y al reconocimiento de las minorías nacionales. La cultura del enfrentamiento se abría paso en medio de una falta de apoyo popular a la democracia. Los extremos dominaban al centro y la violencia a la razón.

Frenético fue el ritmo de tensiones internacionales que corrió por Europa entre las democracias liberales, el comunismo y el fascismo a partir de la subida al poder de Hitler en Alemania en enero de 1933.

Los gobernantes británicos y franceses pusieron en marcha la llamada “política de apaciguamiento”, consistente en evitar una nueva guerra a costa de aceptar las demandas revisionistas de las dictaduras fascistas, siempre y cuando no se pusieran en peligro los intereses de Francia y Gran Bretaña.

Hitler percibió esa actitud de las democracias como un claro signo de debilidad y, tal y como ha mostrado la historiadora Ruth Henig, siempre prefirió lograr sus objetivos con acciones militares unilaterales, modestas al principio y no demasiado amenazantes, que enzarzase en discusiones diplomáticas multilaterales. Mientras Gran Bretaña y Francia se mantuvieran militarmente débiles, Alemania tenía que aprovechar para adquirir “espacio vital” en el este de Europa. Por lo tanto, un grupo de criminales que consideraba la guerra como una opción aceptable en política exterior se hizo con el poder y puso contra las cuerdas a políticos parlamentarios educados en el diálogo y la negociación.

Las dictaduras que emergieron en Europa en los años treinta, en Alemania, Austria, o España, tuvieron que enfrentarse a movimientos de oposición de masas, y para controlarlos necesitaron poner en marcha nuevos instrumentos de terror. Ya no bastaba con la prohibición de partidos políticos, la censura o la negación de los derechos individuales. Un grupo de criminales se hizo con el poder. Y la brutal realidad que salió de sus decisiones fueron los asesinatos, la tortura y los campos de concentración. La victoria de Franco fue también una victoria de Hitler y Mussolini. Y la derrota de la República fue asimismo una derrota para las democracias.

Los reveses democráticos y avances autoritarios se manifestaron de diferentes formas y aunque la primera dictadura, la del “proletariado”, la impuso la izquierda revolucionaria en Rusia, todas las demás salieron del firmamento político de la ultraderecha. Dos de ellas, la de Benito Mussolini en Italia y la de Adolf Hitler en Alemania, han sido definidas como fascistas. Para los otros tipos de autoritarismo se usan más etiquetas, aunque los términos conservador y tradicional son los más repetidos.

En definitiva, dos guerras mundiales y una “crisis de veinte años” en medio marcaron la historia de Europa del siglo XX. Naturalmente, no fue Europa un territorio libre de violencia antes de 1914 o después de 1945. Ocurre, sin embargo, que los hechos que convierten a este periodo en excepcional han dejado múltiples huellas inconfundibles. El total de muertos ocasionados por esas guerras, internacionales o civiles, revoluciones y contrarrevoluciones, y por las diferentes manifestaciones del terror estatal, superó los ochenta millones de personas. Cientos de miles más fueron desplazados o huyeron de país en país, planteando graves problemas económicos, políticos y de seguridad. En los casos más extremos de esa violencia hubo que inventar hasta un nuevo vocabulario para reflejarla. Por ejemplo, el genocidio, un término ya inextricablemente unido al exterminio de los judíos en los últimos años de la supremacía nazi.

Como señala Richard Vinen, lo más sorprendente de ese período “es el sinfín de motivos que descubrieron los europeos para odiarse mutuamente”. De la historia de esos odios, de sus causas y consecuencias, y de sus principales instigadores, trata este libro.

Para finalizar este análisis, recordemos las palabras pronunciadas por Albert Camus en marzo de 1945, en su “Défence de l´intelligence” respecto al odio “al odio de los verdugos ha correspondido el odio de las víctimas” haciéndose eco de esas represalias salvajes contra fascistas y colaboracionistas: “nos ha quedado el odio… la última y más dura victoria del hitlerismo… estas marcas vergonzosas dejadas en el corazón de aquellos mismos que lo han combatido con todas sus fuerzas”.

No es casualidad que estas palabras de Camus se reflejen en una obra titulada “defensa de la inteligencia” pues al odio se le hace frente con inteligencia, sentido común, cultura, conocimiento y con buena educación (¿recordáis la frase de Nelson Mandela citada al inicio de este artículo?). No olvidéis que el conocimiento histórico de nuestro pasado es un arma cargada de futuro.

 

 

 


lunes, 15 de junio de 2020

LA AVENTURA ORIGINAL DE GILGAMESH

Este héroe, que protagoniza la primera epopeya escrita conocida de la historia de la humanidad, ha sido el padre involuntario de muchos otros mitos que se derivaron del suyo.

En el Museo del Louvre, en París, puede verse esta efigie procedente del palacio de Sargón II, rey de Asiria en el siglo VIII a. C., que algunos expertos identifican con Gilgamesh.


Antes que todos los demás, estuvo Gilgamesh. Puede que sea una frase algo exagerada, pero pocas dudas caben de que la leyenda de este héroe es una de las primeras de las que tenemos constancia escrita en la historia de la humanidad. La versión más completa de su epopeya se encuentra en unas tablillas sobrevivientes de la biblioteca de Nínive, que construyó el rey de Asiria Asurbanipal en el siglo VII a. C. No obstante, ésta simplemente recoge algunos viejos mitos sumerios que por entonces ya llevaban circulando muchos siglos -se estima que fueron puestos por escrito por primera vez entre 1800 y 1600 a.C., aunque pudo ser antes- y que los escribas organizaron para crear una historia con principio y fin.

La saga de Gilgamesh, que trató de descubrir en vano el secreto de la eterna juventud, fue plasmada en signos cuneiformes sobre tablillas de arcilla. Arriba, una de ellas, de origen babilónico, realizada entre 2000 y 1595 a. C., en contrada en la biblioteca de la ciudad de Nínive.


2/3 divino y 1/3 humano

Gilgamesh comparte origen y poderes con otros muchos héroes clásicos, y en muchos relatos posteriores encontramos coincidencias con su historia, como un origen semidivino, un mar de los muertos que debe cruzarse con un barquero, una puerta guardada por antecesores de las esfinges y hasta el diluvio universal.

Producto de la unión entre la diosa Ninsun y un mortal, Gilgamesh era “dos tercios dios y un tercio hombre”, como se lee en su saga. Estaba dotado del atractivo de su madre y de una fuerza sin límite, “como la de un búfalo con la cabeza alta. Sin rival es el choque de sus armas”. Las estatuas y grabados con su imagen nos transmiten ese ideal de belleza, según los cánones de la época, pues Gilgamesh aparece en todos ellos con la cuidadísima barba y melena características de la nobleza, y ataviado con unos ropajes que parecen corresponderse más con los de un aristócrata que con los de un guerrero. Y no es un retrato inexacto, porque Gilgamesh fue, ante todo, un monarca, que reinaba sobre la inexpugnable ciudad de Uruk, que él mismo había construido.

Según la tradición, Gilgamesh alzó las murallas de Uruk reflejadas en esta foto, sus ruinas, en Irak hace 4.750 años.


Un tirano poderoso

Sin embargo, su reinado no estuvo exento de polémica y, al parecer, sus abusos en el ejercicio del poder llevaron a sus súbditos a pedir a los dioses que, de algún modo, pusieran freno a sus excesos. Éstos, en respuesta, crearon a Enkidu, opuesto a Gilgamesh en muchos aspectos: era, como él, enormemente poderoso, pero frente a la rica ornamentación y alta posición de su rival, Enkidu representaba la vuelta al salvajismo primigenio.

Habitaba en la selva, entre las bestias, e iba cubierto de pelo, hasta que una mujer -una cortesana, según algunas versiones, una sacerdotisa de la diosa Isthar, según otras- se unió a él y cohabitaron durante siete días y siete noches, pasados los cuales Enkidu había perdido buena parte de su ferocidad. Lo suficiente, al menos, para dar sus primeros pasos en la civilización.

Acompañado por la mujer, llegó a Uruk, donde conoció a Gilgamesh y se enfrentó a él, según suele suceder en este tipo de mitos. El rey resultó vencedor, pero aquel combate fue el inicio de una amistad imperecedera entre ambos guerreros, que acometerían grandes hazañas, como matar al gigante Humbaba, con dientes de león y cuerpo de dragón, que custodiaba los cedros del dios Enlil.

Las proezas de Gilgamesh no pasaron desapercibidas a Isthar, la diosa del amor, que se prendó de él. Éste, sin embargo, la rechazó de forma terminante y le recordó sus infidelidades con pasados amantes y el triste final que todos habían tenido. El despecho de la diosa fue tal que creó un toro celestial y lo envió para que acabara con él y destruyera su ciudad; cada resoplido de la bestia abría una gigantesca sima por la que caían cientos de guerreros, hasta que Enkidu logró asirlo por los cuernos y gritó: “¡Gilgamesh, hermano, golpea con tu espada!”. Éste lo hizo así, y entre los dos lograron matarlo.

Enkidu cometió entonces la imprudencia de burlarse de Isthar y arrojar su lanza contra su rostro. Enfurecida más allá de lo imaginable, ésta centró en él su venganza y exigió a los demás dioses que lo castigaran con una muerte lenta, que le llegó después de doce días de enfermedad. “He soñado mi final. El pájaro negro de la muerte me cogió en sus garras y me llevó a la casa del polvo -el inframundo-, el palacio de Irkalla, reina de la oscuridad”. Ésas fueron las últimas palabras que Enkidu dirigió a Gilgamesh, momentos antes de fallecer.

Gilgamesh y su compañero Enkidu se enfrentaron a un toro que la despechada diosa Isthar había enviado para destruir su ciudad.


En busca de la inmortalidad

El deceso de su amigo impulsó la siguiente etapa -y la más ambiciosa- de la historia del héroe: encontrar y comprender las razones de la muerte y conocer el secreto por el que los hombres expiran, pero los dioses viven eternamente.

El guardián del mismo era su antepasado Utnapishtim -para los babilonios- o Ziusudra -para los sumerios-, que había sobrevivido al diluvio que algunos dioses habían enviado en tiempos remotos para acabar con nuestra especie.

Pero llegar hasta él no era nada fácil. Para ello, tuvo que superar tremendos desafíos, entre ellos luchar con los monstruos que guardaban la puerta de los picos gemelos de Mashu, que custodiaba el sol naciente y poniente. Estas criaturas híbridas, mitad humano y mitad dragón, podían matar con su mirada, pero Gilgamesh era más dios que hombre. “He venido en busca de mi ancestro Utnapishtim y, aunque tengo miedo, debo pasar”, dijo y le abrieron la puerta.

Al otro lado, le esperaba Siduri, diosa de la sabiduría, que le anunció que nunca conseguiría su propósito de ser inmortal. A pesar de ello, Gilgamesh prosiguió y cruzó el Mar de la Muerte, en una embarcación guiada por el barquero Urshanabi, con especial cuidado de no tocar sus aguas.

El secreto de la serpiente

Así, por fin se presentó ante Utnapishtim, que le reveló la existencia de una planta que crecía en la otra orilla del mencionado Mar de la Muerte, con espinas afiladas como las rosas, que restituía la juventud de quien la comiese. Con la ayuda de Urshanabi, Gilgamesh la encontró y emprendió el camino de vuelta a Uruk, para probarla primero con los ancianos y luego consigo mismo. Pero, durante el trayecto, una serpiente se la arrebató.

Decepcionado, Gilgamesh regresó a su ciudad. Pese a sus esfuerzos, la inmortalidad seguía siendo un privilegio exclusivo de los dioses. La única excepción fue la serpiente. Gracias a haberse hecho con la planta, obtuvo el don de rejuvenecer, como lo demuestran sus cambios de piel.

Algunos expertos piensan que Gilgamesh existió realmente y que fue rey de Uruk hacia el 2700 a.C.

BIBLIOGRAFÍA

Littleton, C. Scott (2007). MITOLOGÍA. antología ilustrada de mitos y leyendas del mundo. Barcelona: Editorial Blume.

 


miércoles, 10 de junio de 2020

A LOS PIES DE LA PULCRA LEONINA

Seguimos trabajando los estilos. Esta semana, el estilo directo.

Catedral de León = Pulcra Leonina

ANA PÉREZ

El tiempo parecía haberse detenido, al cabo de varias semanas de confinamiento por una alerta sanitaria de nivel Delf con 1, se iba vislumbrando el final, para Pepita y Juanito era un halo de esperanza para volverse a ver. Esta joven pareja se iba a casar en el verano del año 2020 en la Pulcra Leonina, pero todo parecía torcérseles para que no fuera así. Cuando el Gobierno relajó las medidas del Estado de Alarma quedaron para verse al lado de las letras de la catedral:

-         ¡Al fin te puedo abrazar y besar, ratoncita!

-         ¡Ni se te ocurra! Recuerda que podemos vernos con medidas de distanciamiento social, es decir, lejos de mi ¡2 metros! Aunque siempre serás mi pulpito preferido.

-         ¡Oh dios!, cielo, no hay nadie, podemos hacernos unos arrumacos sin que nadie nos vea ¡son muchos meses sin tener contacto!

-         ¡De eso nada! Y no olvides lo que nos comentó el padre Fulgencio en la última clase on-line del curso prematrimonial ¡evitad caer en la tentación antes de la boda! La carne es débil pero nuestro señor es omnipresente y él sí que nos ve, pulpito.

-         No somos pecadores ratoncita pero querernos es fundamental para que podamos casarnos ¡sí es que el santísimo y el virus nos lo permiten! Necesitamos estar fuertes y unidos lo seremos más. Un besito ¿vale?

-         ¡Qué no! El virus se transmite por el aire y la saliva, además tú no te lavas los dientes y a saber qué has engendrado en tu boca durante estos últimos meses. No seas pesado y vamos a pasear y hablar sobre nuestra futura boda, pulpito.

-         Si no fuera porque estoy loco por ti, ratoncita, te mandaría a freír espárragos trigueros. ¿Qué tenemos que hablar de la boda?

-         Si se va a celebrar y, en caso afirmativo, cómo.

-         ¡Sí ya tenemos la fecha fijada desde hace un año! ¡cómo no se va a celebrar! Definitivamente, el encierro te ha vuelto más loca de lo normal.

-         ¿Cómo? ¿Loca, yo?, pero tú eres un inconsciente, no has visto en las noticias que no permiten concentraciones multitudinarias, los bares, restaurantes y hoteles están cerrados. No sé dónde vamos a meter a todos nuestros invitados, pero como estoy loca, a lo mejor has ideado algo en Saturno.

-         No tenemos tantos invitados, sólo son 600, y ya hemos reducido a la mitad, menos me niego.

-         De los cuales 570 no conocemos pero que invitamos porque en alguna ocasión de tu “exitosa” vida, jugaste con ellos al fútbol, somos la ONG de la tierra cazurra.

-         No te enfades, amor, pero recuerda que salí maravillado de la boda de Sergio Ramos el año pasado y nosotros no vamos a ser menos.

-         Ya, cariño, pero a aquella boda solo le faltó que llevaran al burro de chiquetete…. No sería mejor una boda familiar, con tu familia, la mía, un poco de cecina y mucho amor… mover el día para una fecha un poco más alejada y ser felices, ¿Qué me dices?

-         ¡Un virus no puede cambiar los acuerdos que teníamos! Si no quieres casarte conmigo dímelo pero no pongas de excusa la situación excepcional en la que vivimos, ya que se puede retrasar todo pero con los mismos invitados.

-         Hoy estás bastante irascible, será mejor que lo sigamos discutiendo la semana que viene porque se nos ha pasado la hora que nos dejan pasear.

-         Y ¿ya está? ¿asunto zanjado? Pues no me parece bien. Así que posponemos la boda sine díe.

-         Eso es una decisión unilateral que no acepto.

-         Me da igual, tú no tienes en consideración mi punto de vista ¡Qué te den morcilla! Lagarta, sólo quieres mi cuenta corriente.

-         Y tú mi cuerpo, enfermo que eres un enfermo….

 

Y así terminó una bonita historia de amor que el confinamiento rompió en mil pedazos…. C´est la vie.

miércoles, 3 de junio de 2020

EN LA COLA DEL SUPERMERCADO

Esta semana trabajaremos los diferentes estilos. A continuación, se ofrece un mismo relato enfocado desde distintos estilos.

La cola exterior para entrar a un supermercado.

ANA PÉREZ 

Una mañana del mes de abril, guardando la cola para acceder al supermercado de al lado de casa, vi una carrera de motos entre los hermanos picatoste, uno acababa de salir del reformatorio y al otro le buscaba la policía por tráfico de drogas. Su pista era la carretera principal que dejaban tras de si en menos de lo que canta un gallo. Charli, el que había estado internado en el reformatorio, decía a su hermano Jesús Andrés “eres más gallina que Carlos Sáinz cuando se le estropea el motor del coche a pocos metros de llegar a la meta” a lo que Jesús Andrés respondía “y tú un trastornado que va por la vida como un pollo sin cabeza”. Tras este intercambio dialéctico comenzaba la carrera que duraba 10 minutos, y al acabar eran recibidos por la Merchi y la Trini, sus hermanas, dándoles a cada uno una cerveza, ya que habían aprovechado la confusión de la carrera para saltarse la cola del supermercado y hacer la compra antes que todos los pringados que estaban en ella.

ESTILO PASOTA O MACARRA

Tronco, yo estaba en la cola del super para coger manduca y veo a nuestros colegas, los picatostes, en sus Harleys. Flipa tío, se montaron una carrera de Harleys a tope con su chasis por el pueblo y antes los muy cabrones se cascaron todo tipo de mierda. Charli le decía a su hermano Jesús Andrés algo así como “eres más gallina que un poli delante de un laboratorio de meta” y Jesús Andrés le contestaba “y tú un pendejo de culo estrecho”. Tras esta verborrea daban todo en la pista durante aproximadamente unos 10 minutos y, luego, ahí estaban los pibones de sus hermanas, la Merchi y la Trini con birras fresquitas para sus gueys tras haberse fumado la cola del súper con triquiñuelas propias de las mamacitas más intrépidas.

ESTILO CURSI, RELAMIDO U HORTERA

Una mañana soleada y hermosa del mes de abril, me encontraba guardando una escrupulosa cola para acceder al supermercado respetando la distancia de seguridad entre personas, cuando un ruido ensordecedor nos enturbió la agradable escena. En el horizonte aparecieron dos individuos de extraño pelaje subidos a dos motocicletas de corte imperial. Parecían sacados de una película de Paco Martínez Soria. De repente, empezaron a gritarse frases grotescas, uno decía al otro “Eres una miserable gallina barriobajera” y el otro le contestaba “y tú un huevón malcriado”. ¡Qué horror! ¡Qué mal educados! Ni siquiera repararon en que había niños presentes. Tras ese diálogo tremebundo comenzaron una carrera que duró unos 10 minutos y, lo peor de todo, es que regresaron a mi posición. Allí les esperaban unas mujeres de pelos aceitosos y despeinados con unas cervezas frías que acababan de comprar en el supermercado. Antes se habían impuesto por la fuerza en la cola y como ciudadanos civilizados tuvimos que dejarlas pasar para que no hubiera un altercado mayor que luego tuviésemos que lamentar.

domingo, 31 de mayo de 2020

ORIGEN DE LA FOTOGRAFÍA: PROTAGONISTAS E HITOS QUE REVOLUCIONARON LA CRÓNICA HISTÓRICA

Sin lugar a dudas, la aparición de la fotografía a comienzos del siglo XIX supuso un gran cambio a la hora de contar la historia. Hasta ese momento, los acontecimientos históricos se reflejaban de forma visual a través de la pintura, escultura, dibujos o grabados de los artistas de cada época. Con la fotografía se logra plasmar la realidad tal y como es. Este gran valor histórico de la fotografía se ha visto reflejado en el trabajo de grandes fotógrafos a lo largo del tiempo permitiéndonos profundizar en el estudio de los conflictos bélicos del siglo XX, la sociedad cambiante de un siglo convulso y las mejoras tecnológicas del mundo. Estas mejoras también se han visto reflejadas en la evolución de la fotografía desde sus orígenes hasta nuestros días.

Firma del contrato entre Niépce y Daguerre


LOS PROTAGONISTAS

Joseph Nicéphore Niépce


El primer procedimiento fotográfico o heliográfico fue inventado por Niépce hacia 1824. Las imágenes eran obtenidas con betún de Judea, extendido sobre una placa de plata, después de un tiempo de exposición de varios días. En 1824, Joseph Nicéphore Niépce logró fijar una imagen del patio exterior de su casa, siendo ésta la primera fotografía de la historia, motivo por el cual Niépce es considerado “el padre de la fotografía”.

Primera fotografía (Niépce)


En 1829, Niépce asocia a Louis Jacques Mandé Daguerre en sus investigaciones.
En 1832, ponen a punto, a partir del residuo de la destilación de la esencia de lavanda, un segundo procedimiento que produce imágenes con un tiempo de exposición de un día entero.

Louis Jacques Mandé Daguerre


Niépce muere en 1833. Daguerre continúa trabajando solo e inventa, en 1838, el daguerrotipo, primer procedimiento que comprende una etapa de revelado. Una placa de plata recubierta de una fina capa de ioduro de plata era expuesta en la cámara oscura y luego sometida a la acción de vapores de mercurio que provocaban la aparición de la imagen latente invisible, formada en el curso de la exposición a la luz.
Este revelado consistía en una gran amplificación del efecto de la luz, con lo cual el tiempo de exposición no pasaba de los 30 minutos. El fijado era obtenido por inmersión en agua, saturada de sales marinas.

Daguerrotipo


Se puede considerar que la historia de la fotografía nació con la primera foto pero oficialmente la fecha es 1839, año en el que el gobierno francés compró la patente del daguerrotipo a su inventor, Louis Jacques Mandé Daguerre.

Si Niépce queda para la historia como el que consiguió fijar la primera fotografía, la primera cámara de la historia sería el daguerrotipo, desarrollado por Daguerre a partir del trabajo del anterior y con la idea de encontrar un nuevo proceso que acortara la exposición increíblemente larga que se necesitaba para obtener una imagen.

Hippolyte Bayard


En julio de 1839, otro francés, Hippolyte Bayard, descubre el medio de obtener imágenes positivas directamente sobre papel. Un papel recubierto de cloruro de plata era oscurecido a la luz y luego expuesto en la cámara oscura después de haber sido impregnado en Ioduro de plata. El tiempo de exposición era de treinta minutos a dos horas.

William Henry Fox Talbot


En 1839, el anuncio del invento del daguerrotipo incitó al inglés William Henry Fox Talbot a retomar las investigaciones interrumpidas cuyos comienzos remontaban a 1834. En 1841, patentó el calotipoprimer procedimiento negativo/positivo que permitía la multiplicación de una misma imagen gracias a la obtención de un negativo intermediario sobre un papel al cloruro de plata, vuelto translúcido gracias a la cera. Como con el daguerrotipo, la imagen latente era revelada luego, por medio de un producto químico, el revelador: una solución de ácido gálico y de nitrato de plata. Una segunda hoja de papel recubierta también de cloruro de plata era más tarde expuesta a través del negativo translúcido, para dar el positivo final.

John Herschell


En 1839, se le debe a John Herschell el descubrimiento del medio para fijar las imágenes, sumergiéndolas en un baño de hiposulfito de sodio, el mismo componente esencial de los fijadores fotográficos actuales. Las ventajas del calotipo reposaban principalmente en la facilidad de la manipulación de las copias sobre papel y de la posibilidad de reproducción múltiple. En revancha, la definición, limitada por la presencia de las fibras del papel negativo, no podía rivalizar con el daguerrotipo.

Hippolyte Fizeau


Para reducir aún más el tiempo de exposición, se crearon objetivos de focales cortas, más luminosos, por lo tanto, conservando la nitidez en toda la imagen. En 1841, el físico Fizeau reemplazó el ioduro de plata por el bromuro de plata cuya sensibilidad a la luz es muy superior. Nada más que algunos segundos de exposición eran suficientes para obtener un daguerrotipo. Entonces tomar retratos se volvía posible.

Abel Niépce de Saint Víctor


Con el fin de mejorar la transparencia del calotipo negativo, Abel Niépce de Saint Víctor, primo de Niépce, descubrió en 1847 la forma de reemplazar el papel por el vidrio. Para que el bromuro de plata pueda adherirse al vidrio, tuvo la idea de mezclarlo con la albúmina (el blanco del huevo). Aunque un poco contrastadas, las imágenes se volvieron extremadamente precisas, obligando a los ópticos a poner a punto objetivos aún más eficientes.

Scott Archer


En 1851, el inglés Scott Archer reemplazó la albúmina por el colodión cuya base es el algodón pólvora. Las imágenes blanco y negro obtenidas por este procedimiento alcanzaron una calidad nunca más obtenida. Con el inconveniente, de que la toma debía tener lugar mientras que la placa estaba aún húmeda y que el revelado debía efectuarse inmediatamente después.

Richard Meaddox


En 1871, otro británico, Richard Meaddox, remedió ese problema reemplazando al colodión por la gelatina, procedimiento perfeccionado por Charles Bennet quien demostró que las placas gelatinizadas adquirían una gran sensibilidad cuando uno las mantenía durante varios días a 32° C. Las placas al gelatino-bromuro no solo podían ser almacenadas antes de usarse, sino que su sensibilidad era tal, que la exposición no excedía de la fracción de segundo.

Por esa razón, poco antes de 1880, comienza la historia del obturador, porque la alta sensibilidad de las placas necesitaba de la concepción de mecanismos capaces de dejar entrar la luz en la cámara durante solo un centésimo y aún un milésimo de segundo. Debía evaluarse precisamente la intensidad de la luz y así el fotómetro se convirtió en un verdadero instrumento de medida.

Georges Eastman


El estadounidense Georges Eastman, fundador de Kodak, concebirá en 1888, la idea de un soporte blando. Las placas de vidrio serán progresivamente reemplazadas por los rollos de celuloide.

LA REPRODUCCIÓN DE LOS COLORES

Le faltaba todavía a la fotografía, la reproducción de los colores. Las primeras tentativas fueron la iniciativa de Edmond Becquerel en 1848, luego la de Niépce de Saint Víctor, en 1851, quienes demostraron que una placa de plata recubierta de cloruro de plata puro reproducía directamente los colores, aunque de manera inestable.

Louis Ducos du Hauron


En 1869, Louis Ducos du Hauron logra, en Agen, la primera fotografía en colores aplicando el principio demostrado por Maxwell de la descomposición de la luz por intermedio de los tres colores fundamentales, el rojo, el amarillo y el azul. Éste realizó tres fotografías de un mismo tema, a través de un filtro respectivamente rojo, azul y amarillo. De estos obtuvo tres positivos del mismo color de cada uno de los filtros utilizados. Superponiendo exactamente las tres imágenes, obtuvo la restitución de los colores.

Gabriel Lippman


El físico Gabriel Lippman recibió el Premio Nobel en 1906, por haber descubierto en 1891, el medio de obtener fotografías directamente en colores sobre una misma placa, por medio de un procedimiento interferencial que ya prefiguraba la holografía. Demasiado compleja, esta invención no trascendió el estadio del laboratorio.

Hermanos Lumiére


El primer procedimiento mono placa color que pudo ser utilizado por aficionados nació en 1906. El autocromo inventado por los hermanos Lumière retomaba el principio de la síntesis de tricromía lograda esta vez en una sola placa por medio del añadido de un mosaico de micro filtros de tres colores realizado gracias a granos de fécula de patata.

Principales hitos de la fotografía. Autoría: Luis Monje Arenas.


El descubrimiento del revelador cromógeno por R. Fisher desde 1911, ofreció a la fotografía en color una nueva dirección. Se había observado que algunos reveladores producían imágenes con un color dominante en lugar de un blanco y negro neutros.

El principio tri cromo fue retomado por la Empresa Agfa para poner a punto en 1936 las películas Agfacolor constituidas de tres capas superpuestas sensibles respectivamente al azul, verde y rojo. Fue puesto a punto un revelador que coloreaba las capas según el color de su sensibilidad. Así, la posibilidad de reproducir los colores produjo mejoras en las ópticas, para transmitir fielmente en la película, los colores del objeto.

En 1935, dos americanos L. Mannès y L. Godowsky mejoraron el procedimiento. Comprado por Kodak, tomó el nombre de Kodachrome. Aunque nuestras películas color actuales sean muy sofisticadas, no impide que tengan que acudir siempre al bromuro de plata, a la gelatina, así como al principio de base del Agfacolor y del Kodachrome.

 

HITOS QUE MARCARON LA EVOLUCIÓN DE LA FOTOGRAFÍA

EL PRIMER FOTÓGRAFO DE GUERRA

Roger Fenton


Después de su nacimiento y durante muchos años, la fotografía fue considerada más bien una curiosidad científica con una utilidad poco más que experimental. Pero poco a poco, según se fueron estandarizando y mejorando los procesos necesarios, su utilización comenzó a extenderse. Un momento importante fue 1855, cuando el fotógrafo Roger Fenton viajó a Crimea para documentar los acontecimientos de la guerra que allí se desarrollaba.

Soldados en la Guerra de Crimea. Roger Fenton.


De este modo, nació el primer fotógrafo de guerra de la historia, y con él podríamos decir que la costumbre de emplear la fotografía para documentar los eventos que ocurrían a lo largo del planeta. Aquellos primeros fotógrafos no lo tenían nada fácil, porque el proceso para conseguir las imágenes aún era muy laborioso y no sólo requería de una cámara enorme sino también de un laboratorio móvil. Por esas mismas limitaciones, Fenton no fotografió a los soldados en plena batalla, ya que aún era necesario realizar largas exposiciones, así que tuvo que limitarse a paisajes y retratos de los soldados participantes.

SE LANZA LA PRIMERA CÁMARA KODAK

Así anunciaban las primeras Kodak


Kodak
es sin duda uno de los nombres más comúnmente asociados a la historia de la fotografía. Y no es de extrañar porque de la empresa fundada por George Eastman salió, hacia 1888, la primera cámara dirigida al gran público que popularizó con el eslogan "Usted sólo apriete el botón, que nosotros hacemos el resto".

Aquellas cámaras parecen arcaicas vistas ahora, pero sin duda fueron una revolución para este arte al permitir que cualquiera pudiera hacer fotografías sin necesidad de saber nada de los largos procesos que aún se requerían para obtener las fotos. El usuario se limitaba a exponer las fotos y enviar la cámara al laboratorio para que éste se encargara del revelado y le entregara las fotos terminadas.

EL NACIMIENTO DEL FOTOPERIODISMO

Si Roger Fenton fue el primer fotógrafo de guerra y volvió de Crimea con unas imágenes que, ya fuera por limitaciones técnicas o por decisión de estilo, no resultaban especialmente agresivas, Reinhold Thiele fue un seguidor que adoptó una mirada bastante diferente. Este fotógrafo de origen alemán se trasladó a Londres donde trabajó para la London Stereoscopic Company, una empresa dedicada a captar imágenes estereoscópicas que en aquellos años fue pionera enviando fotógrafos por todo el mundo para engordar su librería de imágenes.

Una imagen de la Guerra de los Boer. Reinhold Thiele.


Claro que por lo que destacó Thiele fue por su cobertura de la segunda parte de la Guerra de los Bóeres que libró Inglaterra contra los colonos neerlandeses de Sudáfrica entre 1880 y 1881. Enviado por el periódico London Daily Graphic, algunas de las imágenes que envió directamente fueron descartadas debido a la crudeza de lo que mostraban (ni más ni menos que la carnicería que se estaba produciendo en aquella guerra). Pero para la historia queda aquella forma de documentar los eventos de manera realista, por lo que Thiele es considerado uno de los padres del fotoperiodismo (que años más tarde tendría su edad dorada).

EL FORMATO DE 35 MM SE ESTANDARIZA

Primera cámara Leica.


Aunque el primer rollo de película data de bastantes años antes (cuando Kodak lanzó su primera cámara en 1888), el verdadero hito para la historia de la fotografía fue cuando se popularizó masivamente el formato de 35 mm, ya en el Siglo XX.

Y el mérito aquí es de Oskar Barnack, un ingeniero alemán y fotógrafo aficionado que pensó en desarrollar una máquina pequeña y manejable, que permitiera hacer varias tomas de una sola vez y fuera rápida, justo lo que no eran las cámaras de aquella época.

En 1913 creó un prototipo de una cámara fija que usaba película en rollo de 35 mm (que había surgido en 1889 a medias entre Kodak, que fue quien lo patentó, y Thomas Alva Edison a quien se atribuye la idea de añadirle las perforaciones laterales), y en 1925 presentó la primera cámara bajo la marca Leica, haciendo que la fotografía diera un giro de 180 grados, Y es que, a partir de entonces, fue mucho más sencillo tomar imágenes en cualquier lugar con una cámara muy pequeña.

NACE LA FOTOGRAFÍA INSTANTÁNEA

Cámara Polaroid modelo 201


En la actualidad, la fotografía instantánea está de moda, pero sus orígenes se remontan a los años 30 del siglo pasado. Justo cuando la pequeña hija de Edwin Land, un científico que había inventado el filtro polarizador, le preguntó a su padre por qué no podía ver ya la foto que le acababa de hacer.

Aquello fue el germen de la idea para crear la cámara instantánea, que Land consiguió crear, como un primer prototipo, cuatro años después. Así surgió Polaroid, en el año 1938, y diez años después se lanzó al mercado la primera cámara instantánea.

SE CREA MAGNUM FOTOS

Henri Cartier-Bresson


Lo que hoy conocemos como Agencia Magnum, data de 1947 cuando uno de los fotógrafos más influyentes del siglo XX, Henri Cartier-Bresson, decide crearla junto a varios compañeros fotógrafos, incluyendo al no menos famoso Robert Capa.

Con ello comenzó el trabajo de la que es considerada la agencia fotográfica más influyente por la que han pasado algunos de los fotógrafos más importantes de la historia y en cuyo catálogo están muchas de las imágenes que han marcado la evolución de la fotografía.

LA FOTOGRAFÍA DIGITAL REVOLUCIONA LA INDUSTRIA

Steve Sasson posando con la primera cámara digital


Tenemos que volver hasta los años 70 para conocer el germen de la fotografía digital, sin duda un hito importante en la historia de la fotografía. Concretamente, la primera cámara digital data de 1975 cuando Steven Sasson, un ingeniero de Kodak (una vez más) construyó un dispositivo electrónico que era capaz de captar imágenes fijas a través de un CDD (que se había inventado seis años antes).

Aquel prototipo pesaba unos tres kilos y sólo sacaba fotos en blanco y negro con una resolución (“estratosférica”) de 0,01 megapíxeles que guardaba en una cinta magnética. Sin embargo, aquello fue el comienzo de una revolución en la que aún estamos inmersos hoy día.

SE LANZA EL IPHONE

Primer modelo de Iphone


Está claro que el teléfono móvil de Apple no fue el primero, que antes hubo muchos otros y que también tenían su propia cámara, pero la llegada de la primera generación del iPhone, en el año 2007, lo podemos considerar como un punto de inflexión para la popularización actual de la fotografía entre las masas a niveles nunca conocidos (y que se ha incrementado gracias a la influencia de las redes sociales).

Aquel primer iPhone tenía una cámara (trasera) de sólo dos megapíxeles, pero su interfaz táctil (que estrenó este modelo revolucionando más si cabe el sector de la telefonía) fue el punto de partida de lo que hoy conocemos, gracias a dispositivos sencillos de usar, que se pueden llevar a todas partes en el bolsillo y que, incluso ofrecen la posibilidad de editar las imágenes in situ vía aplicaciones.

Evolución de la cámara fotográfica. Autoría: Visual.ly.


En esta entrada del blog nos hemos asomado a los orígenes y evolución de la fotografía. Una pequeña toma de contacto que nos servirá como punto de partida para explicar la vida y obra de grandes fotógrafos cuyo trabajo ha sido indispensable para acercarnos la historia contemporánea de la manera más real posible.

BIBLIOGRAFÍA

  • Amar, Jean (2018). Fotoperiodismo. Madrid: Ed. La Marca.
  • Bauret, Gabriel (2016). De la fotografía. Madrid: Ed. La Marca
  • Beaumont, N. (1986). The History of Photography from 1839 to the Present. Londres: Secker and Warburg.
  • Frizot, M. (1998). A New History of Photography. Alemania: Könemann.
  • Leggat, R. (1995). A History of Photography; from its beginnings till the 1920s. Recuperado de: http://www.mpritchard.com/photohistory/
  • Museo Maison Niépce; http://www.photo-museum.org/es/vida-nicephore-niepce/
  • Newhall, Beaumont (2014). Historia de la fotografía. Barcelona: Ed. Gili.
  • Warner Marien, Mary (2012): 100 ideas que cambiaron la fotografía. Barcelona: Editorial Blume.